Días de Gracia (México, 2011)
Director: Everardo Gout.
Hace mucho tiempo que una
película mexicana no lograba sorprenderme. Dejé de verlas. Los mismos tópicos
repetidos una y otra y otra vez. El policía corrupto, el narco, el pobre diablo
escapando de todo eso y al final atrapado en la vorágine de la desgracia que se
ha dado por llamar “la realidad mexicana”. Sumado a esto, la pesada sombra de
los Iñárritu, los Cuarón, los Del Toro —sobre todo el primero—, cayendo sobre
los hombros de los jóvenes cineastas tratando de imitarlos. Desde tiempos de
Amores Perros, una incesante réplica de historias cruzadas, de historias sin
futuro en una ciudad hostil, de perros.
Días de gracia incluye todos
estos tópicos, pero tiene una gran virtud: está muy bien contada.
Las historias que se cruzan en la
trama, están enlazadas por su principal protagonista: el tiempo narrativo. El
mundial de futbol —un tópico más— sirve de vínculo entre ellas. Una herramienta
que vale al espectador de enganche, de duda y de respuesta.
Como parafrasea la cita de García
Márquez que abre la película: “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda
y como la recuerda para contarla”. Y en Días de gracia la forma de ser contada
transforma a la historia misma.
La pericia del realizador deja
atrás los tópicos que utiliza para darles una forma distinta y logra atraparnos
con su trama y mover el suelo de la inesperada temporalidad que nos envuelve en
una atmósfera de incertidumbre resuelta por un cronista deportivo.
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