lunes, 18 de agosto de 2008

Seda. Alessandro Baricco

Seda "Ésta no es una novela. ni siquiera es un cuento. Ésta es una historia. Empieza con un hombre que atraviesa el mundo, y acaba con un lago que permanece inmóvil, en una jornada de viento.

El hombre se llama Hervé Joncour. El lago, no se sabe.

Se podría decir que es una historia de amor. Pero si solamente fuera eso no habría valido la pena contarla. En ella están entremezclados deseos y dolores, que se sabe muy bien lo que son, pero que no tienen un nombre exacto que los designe. Y en todo caso, ese nombre no es amor. (Esto es algo muy antiguo. Cuando no se tiene un nombre para decir las cosas, entonces se utilizan las historias. Así funciona. Desde hace siglos.)

Todas las historias tienen música propia. Ésta tiene una música blanca. Es importante decirlo porque la música blanca es una música extraña, a veces te desconcierta: se ejecuta suavemente y se baila lentamente. Cuando lo ejecutan bien es como oír el silencio y a los que la bailan estupendamente se les mira y parecen inmóviles.

La música blanca es algo rematadamente difícil.

No hay mucho más qué añadir. Quizá lo mejor sea aclarar que se trata de una historia decimonónica: lo justo para que nadie se espere aviones, lavadoras o psicoanalistas. No los hay. Quizá en otra ocasión."

Con estas palabras Alessandro Baricco presentó la edición italiana de Seda. Por primera vez, desde hace tiempos que ya no recuerdo, no me atrevo, porque no soy capaz, de agregar ni una sola línea.

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